Les dejo el material teórico sobre los cuentos populares que les adelanté. Recuerden todo lo que deben traer para el jueves.
Cariños,
Prof. Nazarena Martínez.
El origen de los cuentos
Víctor Montoya
El escuchar y el
contar son necesidades primarias del ser humano. La necesidad de contar también
resulta del deseo de hacerlo, del deseo de divertirse a sí mismo y divertir a
los demás a través de la invención, la fantasía, el terror y las historias fascinantes.
Es en este deseo humano en el cual la literatura tiene sus orígenes. Hans
Magnus Enzensberger considera que el analfabeto primero, clásico, no sabía leer
ni escribir, pero sabía contar. Era el depositario y transmisor de la tradición
oral y, por lo tanto, el inventor de los mitos y leyendas.
La tradición oral y los cuentos populares
Las culturas de
todos los tiempos tuvieron deseos de contar sus vidas y experiencias, así como
los adultos tuvieron la necesidad de transmitir su sabiduría a los más jóvenes
para conservar sus tradiciones y su idioma, y para enseñarles a respetar las
normas ético-morales establecidas por su cultura ancestral, puesto que los
valores del bien y del mal estaban encarnados por los personajes que emergían
de la propia fantasía popular. Es decir, en una época primitiva en que los
hombres se transmitían sus observaciones, impresiones o recuerdos, por vía
oral, de generación en generación, los personajes de los cuentos eran los
portadores del pensamiento y el sentimiento colectivo. De ahí que varios de los
cuentos populares de la antigüedad reflejan el asombro y temor que sentía el
hombre frente a los fenómenos desconocidos de la naturaleza, creyendo que el
relámpago, el trueno o la constelación del universo poseían una vida análoga a
la de los animales del monte. Empero, a medida que el hombre va descubriendo
las leyes físicas de la naturaleza y la sociedad, en la medida en que avanza la
ciencia y el conocimiento de la verdad, se va dando cuenta de que el contenido
de los cuentos de la tradición oral, más que narrar los acontecimientos reales
de una época y un contexto determinados, son productos de la imaginación del
hombre primitivo; más todavía, los cuentos que corresponden a la tradición
oral, además de haber sufrido modificaciones con el transcurso del tiempo, no
tienen forma definitiva ni única, sino fluctuante y variada: a la versión
creada por el primer narrador, generalmente anónimo, se agregan los aciertos y
torpezas de otros narradores que, a su vez, son también anónimos. Las
modificaciones tampoco han sido iguales en todos los tiempos y lugares, de
manera que existen decenas y acaso centenas de versiones de un mismo cuento.
"El cuento
-en general- es una narración de lo sucedido o de lo que se supone
sucedido", dice Juan Valera. Esta definición admite dos posibilidades
aplicables a la forma y el contenido: cuento sería la narración de algo
acontecido o imaginado. La narración expuesta oralmente o por escrito, en verso
o en prosa. Cuento es lo que se narra, de ahí la relación entre contar y hablar
(fabular, fablar, hablar). Es también necesario añadir que,
"etimológicamente, la palabra cuento, procede del término latino
computare, que significa contar, calcular; esto implica que originalmente se
relacionaba con el cómputo de cifras, es decir que se refería, uno por uno o
por grupos, a los objetos homogéneos para saber cuántas unidades había en el
conjunto. Luego, por extensión paso a referir o contar el mayor o menor número
de circunstancias, es decir lo que ha sucedido o lo que pudo haber sucedido, y,
en este último caso, dio lugar a la fabulación imaginaria" (Cáceres, A.,
1993, p. 4).
Ningún género
literario ha tenido tanto significado como los cuentos populares en la historia
de la literatura universal. El cuento, a diferencia del episodio único de la
fábula o la exaltación de seres extraordinarios del mito y la leyenda, tiene
muchos más episodios y un margen más amplio que permiten explayar personajes y
acciones diversas. Otra diferencia es que el resultado final de los cuentos no
siempre es optimista o feliz como en la fábula, la leyenda y el mito, cuyos
atributos son la valentía, la inteligencia y el heroísmo de sus personajes. En
el mundo del cuento todo es posible, pues tanto el transmisor como el receptor
saben que el cuento es una ficción que toma como base la realidad, pero que en
ningún caso es una verdad a secas.
No obstante, la
sabiduría del pueblo no ha titubeado, desde que el mundo es mundo, en aceptar
como verdad el argumento de la leyenda, el mito y la fábula hechos cuentos, ya
que sus personajes y acciones recogen las narraciones contadas -y quizá
cantadas- por el pueblo. En tal sentido, el relato oral fue durante siglos el
único vehículo de transmisión del cuento, no sólo para deleite de los mayores,
sino también para la distracción de los niños, debido a que el cuento contiene
elementos fantásticos, que cumplen la función de entretener a los oyentes y
enseñarles a diferenciar lo que es bueno y lo que es malo.
El origen del
cuento se remonta a tiempos tan lejanos que resulta difícil indicar con
precisión una fecha aproximada de cuándo alguien creó el primer cuento. Se
sabe, sin embargo, que los más antiguos e importantes creadores de cuentos que
hoy se conocen han sido los pueblos orientales. Desde allí se extendieron a
todo el mundo, narrados de país en país y de boca en boca. Este origen oriental
se puede aún hoy reconocer sin dificultad en muchos de los cuentos que nos han
maravillado desde niños, y que todavía los leemos o narramos. Así, en muchos
casos son orientales sus personajes, sus nombres y su manera de vestir, sus
bosques o sus casas y también su forma de comportarse, su mentalidad y, en
muchos casos, la "moral" del cuento. Y, por último, es también típica
del mundo oriental la manera de entender y de vivir la vida reflejada en los
cuentos.
Cuentos orientales
Las colecciones
más importantes y conocidas de cuentos orientales traídos a Europa y de Europa
a América son: Las mil y una noches y Calila y Dimna. Una y otra fue motivo de
versiones, adaptaciones o imitaciones por parte de las literaturas europeas,
desde las mediterráneas hasta las anglosajonas. Es más, "la palabra
contar, con la significación de referir hechos, se la encuentra ya en el Calila
y Dimna, cuya versión castellana data aproximadamente del año 1261. En realidad
el Calila y Dimna es una de las más extensas y originales colecciones de
apólogos orientales; al parecer su recopilador Barzuyeh, médico de Cosroes I,
rey de Persia, dio a conocer la existencia de estos apólogos entre los años 531
y 570. Cabe recordar que el apólogo es la forma más antigua con que se conoce
el cuento; en tal sentido, el apólogo también es definido como una ficción
narrada, más concretamente como un hecho real del que se puede sacar una
enseñanza moral (Cáceres, A., 1993, p. 4).
Ya en el siglo
X, los primeros cuentos de origen árabe y persa llegaron a Europa en boca de
mercaderes, piratas y esclavos. Más tarde, éstos mismos, diseminados en
disímiles versiones, llegaron a otros continentes tras la circunnavegación y el
descubrimiento. La prueba está en que un mismo cuento puede encontrarse en
distintos países; por ejemplo, "La Cenicienta", que probablemente
honda sus raíces en los albores de la lucha de clases, conoce más de
trescientas variantes, y deducir su verdadero origen, como el de muchos otros
cuentos -entre ellos del germano "Rosa Silvestre" y el francés
"La bella durmiente del bosque", que son variantes de un mismo tema-,
sería un cometido casi imposible. Asimismo, muchos de los cuentos folklóricos,
como los compilados por los hermanos Grimm y Charles Perrault, no tienen
autores ni fechas, y aunque en un principio hubiesen sido invenciones de
algunos cuentistas anónimos, en nada contribuiría a nuestro análisis, ya que
estos cuentos, con el transcurso del tiempo, sufrieron una serie de
modificaciones según las costumbres y creencias religiosas de cada época y
cultura.
Existen varias
teorías acerca del origen de los cuentos, pero se sabe que muchos de ellos
tienen su origen en el lejano Oriente. Los primeros cuentos árabes se hallan
impresos en rollos de papiro desde hace más de 4000 años. Aquí se menciona por
primera vez a las hadas que, según cuenta la tradición, aparecían en el
nacimiento de un niño para ofrecerle regalos y señalarle el camino de la dicha
o la desgracia, como en el príncipe condenado a muerte, que data de 1500 años
antes de J. C. No en vano Montegut se adelantó en decir que, las hadas tienen
su origen en Persia, "en ese pueblo espiritual, sutil y voluptuoso, el más
fino de Asia. Salieron de esos enjambres de espíritu elementales que hizo nacer
la doctrina del dualismo y obedecieron a los encantamientos y a las
invocaciones de los magos. Ahí pasaron su larga y voluptuosa infancia jugando
en la luz, en un aire seco y puro en todos los países con el polvo del Irán, en
donde se detuvieron los viajeros y los extranjeros que las llevaron con ellas,
sin saberlo, en el pliegue de sus ropas, en un pliegue de su turbante y las
sacudieron en seguida, junto con el polvo llevado del Irán, en donde se detuvieron"
(Montegut, E., 1882, p. 654).
Los cuentos de
procedencia oriental, como los cuentos de hadas que tienen su origen en las
leyendas y el folklore de los primeros tiempos, tienen el soporte de la
fantasía y comienzan de una forma tradicional: "Érase una vez, un rey en
Egipto que no tenía ningún hijo... Hace mucho, muchísimos años, en un lejano
país del Oriente, allá donde el sol asoma cada mañana con su cara de oro y
fuego, hubo un rey muy poderoso y cruel..." Lo que sigue a continuación no
es más que la fusión de la realidad y la fantasía, del mito y la leyenda;
fuentes de las cuales bebieron poetas y cuentistas, como si hubiesen mamado de
una misma madre, quizá por eso existe tanto parecido entre los libros de unos y
de otros.
Las mil y una noches
El lejano
Oriente fue también la cuna de Las mil y una noches, célebre colección de
cuentos que nos abre las puertas de un mundo lleno de encantos y alucinaciones,
narraciones de aventuras fascinantes que proceden de siglos diferentes y cuya
redacción definitiva es posterior al siglo XVI.
Las mil y una noches es, pues, una creación colectiva de árabes, persas,
judíos y egipcios, que escribieron en un estilo popular, lleno de expresiones
que no pertenecen al árabe clásico, y aún a veces haciendo uso de dialectos,
como en el cuento de "Aladino y la lámpara maravillosa", que fue
escrito en dialecto siríaco.
Esta colección
de cuentos que pinta poéticamente la vida de los hombres del Oriente, y,
particularmente, la astucia de las mujeres del harén, es una joya literaria y
una "caja de Pandora", que encierra las figuras más inverosímiles de
la imaginación y la fantasía. De principio a fin, los cuentos están cargados de
un enorme poder sugestivo, a pesar de que la historia se inicia con un rey,
quien en venganza del daño que le causó su primera esposa, da muerte a las
demás una vez celebrada la noche de bodas, hasta el día en que contrae
matrimonio con la hija del visir de su reino, con la joven y hermosa
Schahrazada, quien, para evitar su muerte, relata a su hermana Doniazada y a su
esposo, el rey, los episodios de una historia que se prolonga durante mil y una
noches -y no mil-, seguramente debido a las supersticiones que los árabes
tienen con relación a los números enteros, misterio numérico que se conserva
hasta nuestros días.
Según las
primeras versiones, la historia de Las mil y una noches comienza cuando
"el Rey Schahzamán sorprende una noche a su mujer tendida en el lecho,
abrazada con un esclavo, y, desenvainando el alfanje, los deja a ambos muertos
sobre los tapices de la cama. Entonces sale a visitar a su hermano, el poderoso
Rey Schahriar. Llega entristecido pero trata de mantener en secreto los
acontecimientos. Por casualidad, un día se asoma a una ventana en el palacio y
ve a la mujer de su hermano entregada a libertinajes aún más escandalosos que
los de su propia mujer. Al verlo, su humor se levanta un poco, y va a compartir
con el inocente Schahriar su desgracia común. Habiéndose cerciorado de los
hechos, Schahriar parte con su huésped para pensar sobre lo que harían. Los dos
hermanos marchan día y noche hasta que llegan a descansar debajo de un árbol,
en medio de una solitaria pradera junto al mar. Luego ven brotar del mar una
negra columna de humo. Asustados, los reyes suben a la cima del árbol y miran. La
columna se convierte en un efrit -una especie de genio- quien abre una caja de
la cual aparece enseguida una joven de espléndidas proporciones. El efrit cae
dormido y la jovencita señala a los dos reyes para que desciendan. Les enseña
un collar compuesto de quinientos setenta anillos cuyos dueños la habían
poseído a ella junto a los cuernos insensibles del efrit. Reclama también los
anillos de los dos hermanos y explica que pese a las precauciones
extraordinarias tomadas por su raptor, siempre ha sido capaz de burlarle, tan
fuerte es la habilidad de una mujer, una vez que tiene ganas de hacer algo. Ese
intervalo milagroso puede entenderse como una clase de vuelo de fantasía del
Rey Schahriar, indicativo del crecer de un profundo y agrio recelo contra todas
las mujeres. De este modo el rey experimenta una fuerte transformación, y su
primer acto al volver a casa es mandar degollar a su esposa. Enseguida ordena a
su visir que cada noche le lleve una joven virgen. Y cada noche, después de
arrebatarle su virginidad, manda que la maten. Esto continúa durante tres años,
hasta que se agota la provisión de vírgenes en el reino, salvo las dos hijas
doncellas del visir mismo. La mayor se llama Schahrazada y la menor Doniazada.
Schahrazada propone a su padre para casarse con el rey, con la esperanza de ser
el rescate de muchas otras de entre las manos del rey. El visir lo acepta con
mucho dolor, y la lleva al rey. Al llegar la hora fatídica, Schahrazada implora
al rey que le permita despedirse de su querida hermana. Schahriar tiene piedad
y mientras le arrebata su virginidad, sus sirvientes van en búsqueda de
Doniazada. La joven, una vez llegada, pide de Schahrazada un cuento de
despedida y el rey nuevamente accede. La astuta hija del visir empieza a contar
una historia, pero la deja incompleta. Así coacciona al rey, quien, movido por
la curiosidad, le permite vivir otro día para que la historia sea terminada. Y
de esta manera Schahrazada procura narrar sus relatos intrincados y
encantadores, noche tras noche, durante mil noches y una noche" (Heisig,
J.W., 1976, p. 100-101).
Como es de
suponer, Scheherazada no sólo apacigua la crueldad del rey y salva a su pueblo
de un baño de sangre, sino también teje con el ovillo de su imaginación una
historia detrás de otra, con cíclopes de un solo ojo, aves gigantes y ballenas
que ponen en peligro la vida de "Simbad, el marino", o en las cuales
la simple pronunciación de palabras mágicas transforman a los humanos en
bestias y a las bestias en humanos, como en "La historia de los tres viejos".
Se tratan de cuentos fantásticos en los que las alfombras, cajas, mujeres y
caballos vuelan cual pájaros hasta desvanecerse en el aire, como en "El
caballo volador", o cuyas fórmulas mágicas abren montañas y descubren
riquezas en deslumbrantes cantidades, como en "Alí Baba y los cuarenta
ladrones". En estos cuentos no es raro que un cofre abandonado en la cima
de un monte conduzca a un sótano rodeado de piedras preciosas y, ésta a su vez,
a unos jardines cuyos árboles dan frutos de oro macizo, como en "Aladino y
la lámpara maravillosa". Los genios, nacidos del cuello de una botella
para castigar a los malos y premiar a los buenos, aparecen y desaparecen en los
remolinos de polvo y entre la copa de los árboles, como en "El mercader y
el genio" o "El ladrón de Bagdad", donde un genio, mofletudo y
de aspecto bondadoso, emerge de la boquilla de una lámpara, rodeado de un
luminoso halo de luz, para hacer rico al pobre y pobre al codicioso. Con
seguridad, muchos recuerdan todavía estas palabras: "¡Ábrete, Sésamo!"
o las profecías del profeta Mohamed, quien lee el pensamiento de sus
adversarios y descubre los secretos escondidos en el corazón humano.
Estos cuentos
fantásticos, que tuvieron una gran importancia en Europa y el mundo, que han
inspirado a los escritores de todos los tiempos y han deleitado a grandes y
chicos, fueron traducidos por primera vez a un idioma occidental por el francés
Antoine Galand, en doce volúmenes (1704-1717), los cuales no sólo se ciñeron a
un texto único, sino a varios manuscritos que son piezas de un mismo mosaico.
"Por otra parte, se han ido descubriendo los textos árabes de cuentos que
se hallaban en las ediciones orientales conocidas, como el de ‘Aladino y la
lámpara maravillosa’. En suma, se ha ido haciendo un minucioso trabajo de
recopilación y de crítica" (Véase Historia Universal de la Literatura,
1978, p. 98-99).
En la actualidad
se conocen una infinidad de ediciones de Las mil y una noches, con traducciones
y adaptaciones destinadas a la infancia, sin que por esto se haya omitido o
alterado lo más relevante de esta obra clásica: la fantasía.
FIN
Guía
de trabajo
1. ¿Por qué el autor sostiene que el acto de narrar es una necesidad primaria del ser humano?
2. ¿Cuál es la finalidad representativa de los cuentos?
3. ¿Cuándo se produce la asociación cuento-ficción? ¿Cómo se relaciona este hecho con el ejercicio de la oralidad?
4. Explica con tus palabras la siguiente frase de Juan Valera: “El cuento -en general- es una narración de lo sucedido o de lo que se supone sucedido”.
5. ¿Qué significación tienen los cuentos populares para la literatura universal? ¿Por qué?
6. ¿Cuál es el origen de los cuentos populares? Sintetiza los acontecimientos más significativos que lo componen.
7. ¿Por qué Las mil y una noches es una colección de textos tan importante para el desarrollo del género popular?